Acercándonos al final del proceso. Samyâma

El samyâma está constituido por tres estados: dhâranâ, dhyâna y samâdhi. El objetivo es el de potenciar la mente canalizando las energías en pro de la expansión de la conciencia.

Definamos a continuación estos tres estados:

Dhâranâ consiste en fijar la atención en un solo punto u objeto con exclusión de todo lo demás. No obstante, se caracteriza por la fijación del objeto elegido con interrupciones que surgen a lo largo del proceso, sea por atracciones externas o por la eclosión de pensamientos diversos en la mente.

Luego, incluye la fijación de la conciencia pero con rupturas o distracciones intermitentes en su desarrollo.

Otra característica de dhâranâ en la práctica es la de estar consciente de que estoy concentrado.

Al principio la concentración se limita a periodos cortos de tiempo que se irán alargando progresivamente en función de la práctica. Una fase previa o fase premeditativa, consiste en mantener la conciencia en dos o tres elementos u objetos de atención de manera simultánea, lo que restringe la dispersión mental y suaviza el esfuerzo.

 

Objeto de concentración o símbolo psíquico

Esta fase meditativa comienza por la elección de un objeto de concentración o símbolo síquico, que como ya hemos dicho habrá que fijar con exclusión de todo lo demás. El símbolo síquico permite mantener una conciencia constante, potenciando la concentración y dejando emerger infinidad de impresiones de la propia personalidad (visiones, inhibiciones, represiones, complejos…), que se irán liberando y diluyendo con la consiguiente purificación y armonización mental.

Símbolos: la respiración, un pasaje síquico, un mantra. Al mismo tiempo que se manifiesta todo este tipo de procesos no se debe perder la conciencia del símbolo, una flor o cualquier otra cosa ya que todos conducen al mismo objetivo.

La elección del símbolo es muy importante, debe de estar de acuerdo con la propia naturaleza del individuo y que con él uno pueda identificarse espontáneamente. Dicho símbolo u objeto de concentración debe escogerse con el corazón no  con el intelecto. El corazón en este contexto sería la espontaneidad del sentimiento.

Una vez elegido, recibido o manifestado de manera espontánea, no debe cambiarse.

Algunos símbolos se han venido utilizando espiritualmente durante tanto tiempo, cientos, miles de años que ha quedado impresos en el inconsciente colectivo, se han investido de gran poder para producir cambios en el propio nivel de conciencia. Entre ellos el mantra y símbolo del OM, sonido cósmico; el huevo de oro, representación de la esencia; la cruz, símbolo redentor; la flor de loto, expresión del alma; Cristo, Buda, Krishna…..

El símbolo, al principio de la práctica, debe ser un objeto externo pero a medida que la percepción se afina y se hace más sutil deberá visualizarse interiormente.

 

Procesos  prácticos para acceder a fijar el objeto o símbolo en el interno

El objeto o símbolo, al principio de la práctica, deberá ser un objeto externo pero a medida que la percepción se afine y se haga más sutil podrá visualizarse interiormente. Procedimientos previos utilizados:

Tratak, visión y fijación externa.

Antar Tratak, visión y fijación interna. Esto requiere un estudio y práctica de los pasos a seguir sobre la visualización:

  • Idea del objeto, es decir experimentar el objeto como pensamiento.
  • Imaginación del objeto a medida que la mente se va calmando.
  • En una mente completamente calmada se puede visualizar el objeto.

La visualización es la habilidad para ver y mantener la imagen clara de cualquier objeto delante de los ojos cerrados. Es un proceso dinámico por el cual se va creando una nueva dimensión de conciencia.

Con relación a Tratak y Antar tratak, que es lo que hemos visto, podría decirse que: la calidad visual de una forma o imagen sólo puede captarse en una claridad exterior relativa, Tratak, y al mismo tiempo, la fijación de esa forma o imagen tiene como objetivo aquietar el espacio interior, lo que a su vez va a permitir la visualización o visión interna (Antar Tratak o experiencia síquica).

Hay dos tipos de prácticas dependiendo de la naturaleza del objeto de concentración: Sakara, objeto con forma como los que hemos enumerado antes, ya se vea externa o internamente. Nirakara, el objeto de concentración no tiene forma determinada, son conceptos abstractos tales como: la eternidad, lo infinito, la conciencia pura, el Ser, el amor. En este caso la concentración sólo será posible cuando la percepción sea muy sutil.

Teniendo en cuenta todo esto, después de haber fijado el símbolo comienza la andadura hacia dhâranâ.

Recordemos los dos requisitos esenciales en dhârana:

  • la fijación del símbolo y
  • la conciencia de estar fijándolo.

 

PRACTICA

Sentado en postura de meditación, ardha siddhasana…

Obtener la calma de pensamiento y un ambiente de alegría interior, (pratyahara, fase premeditativa)…

Disponerse a Dhâranâ…

Tomando conciencia del espacio frontal delante de los ojos cerrados (chidakasha), configurar en dicho espacio el símbolo u objeto de concentración,  fijarlo y tratar de  mantenerlo… Comenzar por 2 o 3 minutos de duración…

Fijación continuada…, al mismo tiempo conciencia de que estoy concentrado en el objeto…

Mantenerse sereno mientras se fija la atención en el objeto…, en comunicación con él…, en amistad…

En caso de distracción volver de nuevo al símbolo…

Dejar la concentración por el momento y descansar en la respiración en ujjayi…, 2 minutos.

Repetir el mismo proceso 2 o 3 veces, concentración y relajación mental en la respiración.

Acabar dhâranâ, la concentración, dejando que el símbolo se aleje de la percepción… hasta perderse en  ese infinito espacio…, conciencia del silencio durante unos instantes…, silencio grato y reconfortante…

Tomar conciencia del exterior…, del lugar de ubicación…, del cuerpo…, e ir pasando al movimiento…, finalizando la práctica de dhâranâ. Extenderse…

 

Para finalizar este proceso seguiremos próximamente con Dhyâna y Samâdhi.

 

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