Continuando el proceso. Asana

El proceso continúa con lo que ya se entiende como Yoga:

Âsana, prânâyâma y pratyâhâra constituyen lo que se considera bahir yoga o yoga externo y prepararán el samyama, última fase de este gran proceso conocido como antar yoga o yoga interno, el Raja Yoga.

El Âsana.

El âsana es una posición corporal que adopta la columna vertebral con relación al resto del cuerpo, miembros y cabeza. Dada la importancia de la columna vertebral, las diferentes posiciones que ella adquiera, generará estímulos o regulaciones energéticas que intervendrán a nivel mental produciendo cambios en la conciencia.

Establecerse en el âsana forma el primer elemento del Hatha Yoga:

Se trata de disminuir los efectos tamásicos o de letargo y pereza que se producen en el cuerpo, así como también los rajásicos o de agitación e inestabilidad. Otro resultado es la ausencia de toda enfermedad, obstáculo mencionado en los Sutras de Patanjali como causa de la distracción mental.

Todo ello, trae como consecuencia la firmeza de la posición, estabilidad del cuerpo y de la mente.

Podemos decir que el objetivo del âsana es controlar rajas, la agitación, y tamas, la inercia, tratando de acrecentar la proporción de sattva o armonía en el cuerpo y mente.

El âsana, a pesar de la gran divulgación en nuestros días y de la práctica por aquellos interesados en sus efectos saludables, conserva un carácter sutil poco transmitido y asimilado, un sentido oculto, esotérico.

El Yoga, como método somato-psíquico de unificación del ser, propone una técnica holística teniendo en cuenta los diferentes niveles de existencia. Su acción integral, respecto a la coherencia y modulación, interviniendo sobre uno de los revestimientos o planos de existencia (físico), interactúa de manera más o menos sensible sobre los revestimientos vecinos (energético, mental, psíquico, espiritual), de igual manera que una onda vibratoria.

Por ejemplo, un âsana mantenida inmóvil, largo tiempo y confortablemente, ejerce una influencia global y sus efectos tienen lugar sobre los distintos planos:

Plano físico. Tonificación, flexibilidad, estímulo y regulación de funciones fisiológicas en general…

Plano energético. Fluidez, armonización, ampliación y transmisión de la energía vital…

Plano mental. Cese de procesos mentales, presencia, desarrollo de la percepción…

Plano psíquico. Disolución del ego, promover actitudes y cualidades inherentes: compasión, generosidad, contentamiento…

Plano espiritual. Despertar y transformación de la conciencia, percepción de la realidad, experiencias espirituales.

De esta forma, por la realización del âsana el estado de Yoga se establece a partir de un movimiento en espiral, que concierne paso a paso a la totalidad del Ser.

Diferentes âsana se nos proponen: de estiramiento, de extensión lateral, de extensión frontal, de flexión, de rotación, de equilibrio, invertidas, de meditación. Además, se combinan entre ellos originando un sinfín de posiciones. Saber utilizarlas para la construcción de sesiones, en función de los objetivos que se necesiten alcanzar, es de gran importancia.

Técnicamente el âsana se compone de las siguientes fases: la fase de ida, el establecimiento en la postura como hemos descrito antes, y la fase de vuelta. El establecimiento en el âsana deberá ajustarse en intensidad, para evitar cansancios y lesiones y no perder la conciencia de lo que se está haciendo. La respiración será un elemento a tener muy en cuenta en el âsana, así como la concentración en las zonas que entran en acción.

Las fases de ida y vuelta se harán despacio con interiorización y recogimiento.

También es de destacar la alimentación conveniente que debe llevarse a cabo durante la práctica.

De esta manera el âsana prepara al prânâyâma.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *