La meditación, práctica, ciencia, salud y liberación

La necesidad de calma ante una agitación continua y un estrés que nubla la mente, abre las puertas a la búsqueda de la unidad que integre nuestros pensamientos y afectos.

Desde siempre esta indagación ha estado presente en el ánimo de hombres y mujeres que han tratado de responder mediante métodos y sistemas de reintegración a conflictos existentes, que tanto a nivel mental y emocional desajustan el equilibrio y conducen a comportamientos y situaciones que no contribuyen a la verdadera actividad humana.

En pro de este progreso y mejora evolutiva podría decirse que Oriente muestra el camino. Perciben la existencia sutil de una conexión entre las prácticas meditativas y sus virtudes curativas y medicinales sobre el cuerpo y la mente. Pero, también es verdad que desde hace décadas la ciencia occidental con sus avances tecnológicos, contribuye demostrando de una manera tangible los efectos beneficiosos de dichas  prácticas meditativas sobre el funcionamiento del cerebro, modificando su actividad, la orientación de la atención, manteniendo la presencia, y la regulación de las emociones descendiendo el umbral del ego y desarrollando el sentimiento.

 

Técnicas meditativas

Las diversas técnicas y prácticas meditativas aunque difieren ligeramente según cultura e historia (el yoga hinduista, el taoísmo, el budismo), en general se basan en dos fases fundamentales:

1.-  Estado de tranquila y silenciosa introversión (pratyâhâra). Un estado de disponibilidad que durante la práctica no está exento de recuerdos vividos gratos e ingratos, de accesos de angustia, de experiencias emocionales, etc. Pero, aunque estas vivencias puedan darse a lo largo de una práctica meditativa el estado de pratyâhâra perdura más allá del propio tiempo de meditación.

Este estado de pratyâhâra se caracteriza por dos etapas:

El desinteresamiento de la actividad sensorial.

  • Los sentidos se introvierten junto a la mente, dejando de informar del mundo externo y superficial. Para ello, aunque parezca paradójico, se dirige intencionadamente la atención mental hacia la propia actividad sensorial en general, que poco a poco irá perdiendo interés e intensidad, hasta la completa desconexión de los estímulos externos.
  • O bien, la atención hacia la respiración en ujjâyi, cuyo sutil sonido irá reemplazando la ya mencionada actividad sensorial.

La calma o el cese momentáneo de la actividad interna de la mente, se consigue mediante diversos procedimientos, entre otros:

  • La observación pasiva de los procesos de pensamiento, sea en general o mediante la elección de los más relevantes o aquellos que se expresan con más fuerza, para culminar en un apacible silencio (práctica de antar mouna),
  • La atención dirigida a dos o tres elementos como en el caso de ajapa japa (la respiración, el pasaje psíquico y el mantra so-ham)
  • el yoga nidra como cese en la actividad corporal, mental y emocional.

En el caso concreto de antar mouna, el practicante se abre a la experiencia en el sentido amplio de la palabra, es decir lo que sucede en él y en su entorno interno. Los procesos de pensamiento manifestados pueden ser agradables o desagradables, lo importante es abordarlos con curiosidad, observando de manera pasiva, con desapego, sin intervención y sin tratar de controlar las emociones o movimientos mentales que surjan.

De la observación pasiva y consciente del flujo de pensamientos, se pasa por  los siguientes ciclos:

1) Pérdida de la observación pasiva de pensamientos.

2) Toma de conciencia de que estoy pensando.

3) Reorientación a la observación pasiva.

4) Observación pasiva del flujo de pensamientos.

Cada ciclo modifica la actividad en el córtex cerebral y ésta a su vez produce efectos en uno u otro sentido.

Obtenida así la calma de pensamiento puede abordarse la segunda fase.

2.- La fijación  o concentración de un objeto preciso con exclusión de todos los demás (samyâma). El proceso consiste en el paso gradual de dhâranâ a dhyâna y a samâdhi con la consiguiente transformación (parinâma) de la mente. En el área científica, estos cambios estarían relacionados con la modificación de la actividad cerebral.

Dichas transformaciones se relacionan con samâdhi parinâma, êkagrâta parinâma y nirodha parinâma.  En samâdhi parinâma se trata de establecer el objeto de concentración y disminuir los demás pensamientos, en ekâgrâta parinâma hay continuidad en el objeto porque ya no hay distracciones y en nirodha parinâma se trata de disminuir el objeto o pratyaya que se había establecido y sustituirlo por el vacio o shunyata.

Formas de concentrar la atención en un objeto único:

  • Un punto o el centro incandescente de la llama de una vela (tratak).
  • Un símbolo psíquico, sea concreto u abstracto (samyama).
  • La repetición de un mantra (japa).
  • La visualización de un Yantra.

Mantener la atención de manera asidua y desapasionada en el símbolo dado, tiene como finalidad acercar la mente a un estado de ecuanimidad, de desapego y serenidad. Por otra parte, incrementa la fuerza de percepción de lo real gracias a una mente que se libera de creencias y esquemas alienantes producidos por miedos y temores.

Una tercera fase consecuencia de las dos anteriores abre el campo a experiencias místicas y espirituales donde virtudes y cualidades del alma se expresan en forma amor, altruismo, compasión, cultivando de esta manera comportamientos solidarios y actitudes integras.

Ciclos en la práctica de la concentración (dhâranâ)

Durante la práctica de la concentración una vez focalizado el objeto, tienen lugar los siguientes ciclos:

  1. Aparición de pensamiento/s que distraen la atención del objeto.
  2. Toma de conciencia de la distracción.
  3. Reorientación de la atención sobre el objeto.
  4. Atención focalizada en el objeto.

 

Meditación y estudio científico

Las personas que practican la meditación modifican la actividad cerebral, actividad que puede ser observada mediante técnicas de imaginería cerebral en sus distintas áreas, y que producen los efectos positivos que a continuación se indican.

La práctica meditativa enseña a no fijar los pensamientos preocupantes  sino a tolerar su presencia sin adherirse a ellos. No se puede impedir que los pensamientos negativos surjan en la mente, pero se puede disminuir la reactividad con relación a ellos, y por lo tanto la dependencia y el consecuente comportamiento.

Influencia de la meditación en las distintas funciones fisiológicas y psicológicas. Diversos efectos positivos de la meditación tienen lugar sobre el organismo cuando se modifica la actividad cerebral:

A nivel mental o psicológico.

  • Descenso de pensamientos rumiantes (ansiedad).
  • Mejora del bienestar subjetivo.
  • Mejora de la atención.
  • Disminución de los ciclos depresivos

A nivel fisiológico

  • Elevación de las defensas inmunitarias.
  • Mejora de las funciones cardiacas.
  • Disminución de la liberación de cortisol y por tanto del estrés.
  • Regulación de la tensión arterial.
  • Disminución de las manifestaciones cutáneas de la psoriasis.
  • Disminución de los dolores crónicos en general.
  • Influencia sobre la expresión de los genes.
  • Estimula la actividad de la telomerasa frenando el envejecimiento celular.

Es interesante científicamente comentar la reducción del stress por medio de la meditación, pues puede ser estudiado  a un nivel biológico bastante preciso en el marco de la psyco-neuro-inmunología, que estudia las estrechas y recíprocas conexiones entre el estado psicológico y los sistemas nervioso e inmunitario (lo que se conocía antes como medicina psicosomática). Se ha demostrado que unas semanas de práctica meditativa regular son suficientes para mejorar las reacciones inmunitarias o aumentar la cantidad de linfocitos, células de defensa.

Más impactante es como a nivel genético, la práctica de la meditación  puede modificar la expresión de los genes, es decir la producción de proteínas, creando de esta manera una influencia directa sobre el organismo. Más de 2000 genes implicados en el mecanismo de la reactividad al stress (inflamación, producción de cortisol, muerte celular…) son inactivados por medio de la meditación. Se ha constatado modificaciones de la expresión genética, disminución de genes ligados a stress, antes y después de haberse entrenado a la meditación. Sea cual sea nuestro capital genético, la práctica de la meditación sistemática, según estudios comparables, limitaría ciertas predisposiciones hereditarias.

Otro importante estudio ha demostrado que la meditación estimula la telomerasa (un encima formado por un complejo proteína-ácido ribonucleico con actividad de polimerasa que está presente en células de la línea germinal, células fetales y en algunas células madres poco diferenciadas), frenando el envejecimiento celular y mejorando las variables psicológicas, de las cuales parece ser un marcador.

Relación entre la salud psicofísica y el desarrollo espiritual.

El desarrollo de cualidades espirituales (cualidades inherentes al alma: amor, altruismo, compasión, bondad, comprensión, discernimiento, intuición, honestidad) sea por la disposición natural a dichas cualidades o por la meditación sobre ellas, marcan un bienestar subjetivo  modificando la actividad cerebral y creando a la vez comportamientos solidarios y actitudes responsables y altruistas. Dichos comportamientos y actitudes generan una alegría corporal y mental  que incrementa la energía vital redundando en un equilibrio, regulación y estimulación de funciones que desembocan por un lado, en una perfecta salud y por otro, en un conocimiento y liberación de sí mismo.

 

Conclusión

Si todos los efectos positivos resultantes de la meditación, los fisiológicos y psicológicos, atestiguan y confirman que son mecanismos exactos, su práctica continuada debería ser una actividad cotidiana para recobrar y mantener una buena salud y comportamientos dignos al ser humano.

Podemos finalizar, considerando la práctica de la meditación como un instrumento que predispone al bienestar interior lo que a su vez regulariza todas las funciones orgánicas,  siendo no obstante, la realización del ser humano la verdadera finalidad.

 

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